En un país como Colombia, donde la sociedad ha estado tradicionalmente marcadas por tradiciones culturales, religiosas y jurídicas, la reciente sanción del divorcio unilateral es un punto importante.
El divorcio unilateral ha sido recibido con optimismo por gran parte de la población, ya que se considera un paso hacia una sociedad más justa, moderna y respetuosa de la libertad o no de permanecer en un matrimonio.
Ya es un hecho de que el divorcio unilateral es ahora reconocido legalmente en el marco jurídico colombiano, lo que permite a una de las partes de un matrimonio solicitar la separación sin el consentimiento de la otra.
Para muchos colombianos este tipo de divorcio se convierte en es una herramienta que proporciona dignidad, autonomía , una vía eficaz para salir de relaciones toxicas que se dan adentro de los matrimonios actuales.
El divorcio unilateral está ahora reconocido en el marco jurídico colombiano, lo que permite a una de las partes de un matrimonio solicitar la separación sin el consentimiento de la otra. Aunque el concepto pueda parecer conmovedor para algunos, para muchos es una herramienta que proporciona dignidad, autonomía y, en muchos casos, una vía para salir de relaciones perjudiciales o insostenibles.
En la calle y en las redes sociales, la respuesta de los colombianos ha sido mayoritariamente positiva. Los partidarios señalaron que, al eliminar las barreras burocráticas y emocionales, esta legislación permite a las personas tomar decisiones importantes sobre sus vidas sin sentirse atrapadas en relaciones que ya no funcionan. En particular, se reconoció que esta legislación podría beneficiar a quienes se enfrentan a dinámicas de poder desiguales, como las víctimas de abusos psicológicos o físicos, que en muchos casos siguen casadas debido a la falta de una vía de escape legal clara.
Además, desde una perspectiva cultural, la aceptación del divorcio unilateral refleja un cambio en la mentalidad colectiva del país. Durante décadas, el matrimonio se consideró una institución indisoluble con fuertes influencias religiosas. Sin embargo, esta nueva ley reconoce que las relaciones no siempre son permanentes y que es injusto obligar a alguien a permanecer en una situación que le causa sufrimiento o limita su desarrollo personal.